Por amor a México.
Mi papá y yo hablamos mucho mientras trabajamos. A veces sobre zapatos, a veces sobre la vida. Nos conocemos bien, y aunque venimos de generaciones distintas, el taller es donde coincidimos. Yo diseño los modelos, los imagino completos antes de que existan. Él les da forma, los trae al mundo con sus manos. Me dice si algo se puede o no se puede, y muchas veces, encuentra la manera de hacerlo posible. Es como una conversación constante entre idea y oficio.
Hay una alegría muy especial en ver cómo algo que empezó en mi cabeza toma forma en sus manos. A veces discutimos detalles, otras veces nos emocionamos al mismo tiempo por cómo quedó una puntada, un corte, una curva. Es un trabajo compartido, pero también una relación viva. Nos enseñamos cosas todo el tiempo—yo traigo lo nuevo, él sostiene lo que no debe perderse.
Desde León Gto.
Caliché nació de esa dinámica familiar: de confiar el uno en el otro, de unir lo que soñamos con lo que sabemos hacer. No estamos aquí para hacer moda rápida ni para seguir tendencias. Queremos que cada par de zapatos lleve algo nuestro—de nuestras charlas, de nuestras risas, de nuestras dudas y aciertos. Porque lo más bonito de hacer esto juntos es que, al final, lo que hacemos también camina con otros.
Lo que empezó entre padre e hija, hoy camina contigo.
Gracias,
– Gabriela y Gabriel Muñiz